Por Margarita García-Galán
Las alas
de CynthiaElla tenía catorce años cuando la vi bailar por primera vez. Fue en Estepona, en un concurso de cante y baile flamenco, y ya entonces me impresionó su talento, su arte, su fuerza en el escenario; la niña sentía el baile y transmitía el sentimiento. A decir de los entendidos, tenía “duende”. Cynthia Cano es una joven murciana que empezó a enamorarse del baile cuando sólo tenía dos años; con ocho se subió a un escenario y desde entonces el baile llena su vida. Vive por y para él.
Tres años después de aquella primera vez nos invitaron a verla de nuevo en su tierra, en su espectáculo “Tres en mi colmao”. Y hasta Murcia nos fuimos un grupo de amigos a verla bailar. “Verás cómo notas estos años que han pasado por ella, sus gestos son ahora de una adolescente más segura, más madura”, me decía su padre. Me hablaba de su hija con la satisfacción y el orgullo de quien sabe que la niña vale, que el baile es para ella mucho más que una vocación: el baile es su pasión. Una pasión que mantiene viva con trabajo y esfuerzo, y que ha paseado ya por buena parte de España y del extranjero. Ha bailado en Méjico, Chile, Colombia, y próximamente lo hará en Francia y Estados Unidos. La joven bailaora es una trabajadora incansable, ensaya cada día bajo la mirada atenta de una entusiasta profesora que guía sus pasos, asiste a clases de danza en el conservatorio y sigue sus estudios en el instituto. Su disciplina es un ejemplo a seguir, ella sabe que para triunfar no basta con ser una más: hay que ser la mejor.
Estaba lleno el auditorio de Ceutí para verla bailar. En las primeras filas un rinconcito de Málaga se hacía notar. Habían oído hablar muchas veces de la joven bailaora y llegaron a Murcia para verla “sentir” en su salsa, en vivo y en directo, entre naranjos. El toque, el cante y el baile, los tres elementos del colmao, empezaron a llenar el escenario. Cynthia bailó una debla, que en caló significa “diosa”. Y, como una diosa, envuelta en su bata de cola bailó después unas alegrías; taconeaba con fuerza, y, haciendo fácil lo difícil, movía los pesados volantes como si fueran de plumas. La cola de su vestido la obedecía sin titubear, seguía sus pasos precisos, seguros, mientras sus brazos abrían y cerraban un precioso mantón, haciendo bailar sus flecos con armoniosos movimientos de seda. Con la graciosa elegancia de una mariposa batiendo sus alas al viento.
Coqueteando con su abanico bailó una alegre colombiana, y con la fuerza de su taconeo un taranto, subiendo y bajando una escalera. Después, la preciosa adaptación de una bulería cantada que nos emocionó especialmente: ella bailaba mirando de frente al cantaor, que seguía sus pasos diciendo “Se nos rompió el amor de tanto usarlo... Las cosas tan hermosas duran poco…” El mantón de Cynthia descansaba en el brazo del cantaor mientras su voz gitana hablaba de sentimientos. Ella le contestaba con los ojos, con los brazos, con los quiebros de su cintura, con la fuerza rotunda de su taconeo recorriendo el escenario. El toque, el cante y el baile, en perfecta sintonía, llenaron de entusiasmo el colmao de Cynthia.
Deblas, alegrías, colombianas, tarantos, bulerías, tientos, tangos, tanguillos, y hasta una malagueña muy bien cantada que nos llegó al alma. El rinconcito del Sur se estremecía en las butacas. Málaga la bella, de Juan Breva, de jazmines y boquerones, vibraba con su cante. Un cante hermoso que sonaba limpio en la quietud de la noche, entre el calor de los amigos, entre la perfumada belleza del vergel florido que es la huerta murciana.
Tres años después, la bailaora volvía a emocionarnos. Tenía razón su padre: ha madurado y ha crecido su talento, y sigue teniendo intacto ese duende que sólo tienen algunos y que ya nos cautivó cuando la vimos por primera vez. Ver bailar a Cynthia Cano es un regalo para los sentidos. Habrá que estar atento a la carrera de esta joven bailaora, que ya se adivina imparable y cargada de éxitos. El colmao de Cynthia, con todos los ingredientes de un buen espectáculo flamenco, nos entusiasmó y se nos hizo muy corto. Las cosas tan hermosas duran poco.
En unos meses terminará su carrera de danza y sus estudios de bachiller, y empezará para ella una etapa nueva. La mariposa murciana prepara sus alas para volar.
Vuela, Cynthia. Despliega tus alas libres y llena el aire de ese duende flamenco que llevas dentro. Vuela, que el cielo azul es todo tuyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario