Andrés Salom
Estos últimos meses, la práctica totalidad de los medios escritos y audiovisuales de Murcia, y supongo que de todos sitios, nos muestran, hablan y no terminan, de Michael Jackson, que en merecida paz, supongo, descansa. Y mientras, yo diría que se les escapan las mejores y que más nos afectan a los murcianos.
Estos últimos meses, la práctica totalidad de los medios escritos y audiovisuales de Murcia, y supongo que de todos sitios, nos muestran, hablan y no terminan, de Michael Jackson, que en merecida paz, supongo, descansa. Y mientras, yo diría que se les escapan las mejores y que más nos afectan a los murcianos.
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O sea, que mientras nos muestran al tal rockero arrastrando los pies sobre tablas que yo diría engominadas para no resbalarse y emitiendo algo así como gruñidos en un inglés que ni el de Aznar, quieren ignorar los más potables en español. Por ejemplo, los éxitos obtenidos por medio mundo por artistas de las tierras del Segura, como es el caso del ballet de Carmen Rubio o los de los hermanos Piñana, por ceñirnos sólo al flamenco, ahora que de la mano de la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, y de la de nuestro consejero, Pedro Alberto Cruz, va a ser declarado patrimonio de la Humanidad, o algo así. Seguramente para evitar que se cumpla el adagio en que se dice que nadie es profeta en su tierra.
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Pero a lo que quiero referirme hoy es a un nuevo fenómeno del género, recientemente aparecido entre nosotros, y no precisamente por generación espontánea, sino como fruto de un gran esfuerzo de un grupo de jóvenes artistas, más bien faltos de medios materiales e incluso de apoyo moral. Verbigracia, de la prensa.
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Me refiero al 'Ballet Flamenco Lo Ferro', el cual, con sólo tres actuaciones, y por añadidura en pueblos -Las Torres de Cotillas, Lo Ferro y Alcantarilla-, ya tiene ofertas para ir a mostrar su arte a Chile (dos actuaciones) y a California.
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El espectáculo músico-teatral lleva por título 'Lunas de arena' y está dirigido con exquisito acierto por la profesora María Dolores Ros, con la especial colaboración en lo referente a texto y dramaturgia de la autora-rapsoda Paz Martínez.
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El argumento se basa en Yerma, el conocido personaje de García Lorca, que al salir de presidio veinte años después de haber dado muerte a su marido, evoca y revive las circunstancias que dieron lugar al crimen.
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No voy a dar detalles acerca de la actuación del coro de baile, de ensueño -y sé que no exagero-, dado que ya lo hice con ocasión del estreno del espectáculo en Las Torres. Y repetirme estaría feo.
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Baste decir que a la salida de la última de sus tres actuaciones en el Auditorio de Alcantarilla, todos estuvimos de acuerdo en que tal es la calidad general que apenas nadie destaca respecto a los demás. Sin embargo, Toñi García, en su encarnación de Yerma, pone tal pasión y dramatismo que le permite lucirse por encima del resto del elenco. Pero incluso eso es sólo cuestión de matices.
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A algunos, la calidad del coro en su conjunto ni siquiera llegó a sorprendernos. Me refiero a los que el día anterior en 'El café del Archivo' habíamos asistido al recital en solitario de baile flamenco en sus palos más grandes -siguiriyas, bulerías por soleá y otros- a cargo de Cyntia Cano, una de las más jóvenes del grupo -quince añitos-, arte y belleza por los cuatro costados, quien estuvo acompañado al cante por Ana Sola con la guitarra de Vicente Santiago. A quienes también habría que echarles de comer aparte.
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Me pregunto: ¿cuándo los americanos, del Sur y del Norte, les hayan visto actuar, se avendrán de buen grado a devolvérnoslas?
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